En 2001, Rick Simpson de
Nueva Escocia descubrió que un sitio canceroso en su piel había
desaparecido a los pocos días de aplicar un aceite esencial a partir de
la marihuana.
Desde entonces, Simpson y otros han tratado a miles de pacientes con cáncer, con un éxito increíble.
Los investigadores en España han confirmado que el THC, un compuesto activo en la marihuana, mata células tumorales del cerebro en sujetos humanos y se muestra prometedor con tumores de mama, de páncreas y de hígado.
La
Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos, sin
embargo, clasifica a la marihuana como una droga de Clase I, lo que
significa que no tiene ningún uso médico aceptado, a diferencia de
drogas de Clase II, como la cocaína y la metanfetamina, que pueden
proporcionar beneficios médicos.

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